La canción sin miedo
En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer presentamos un performance liderado por Marcela Fernández con la canción-himno de Vivir Quintana, “Canción sin miedo”.
La primera vez que escuché la “Canción sin miedo” de Vivir Quintana fue el 9 de Marzo del 2020. La escuché a través de un video y lloré unas lágrimas gruesas que no me esperaba ni controlaba. Estaba sola en casa y tenía desactivado el teléfono así como mis cuentas de redes sociales porque me había unido al paro nacional convocado en México. Me sentía muy solidarizada a pesar de la distancia con todo el movimiento histórico que estaba ocurriendo en mi país y había también participado en la marcha del 8 de Marzo en Helsinki el día anterior.
En esa marcha recreamos el performance con la canción del colectivo LASTESIS, “Un violador en tu camino” y ahora estaba escuchando esta canción que me hacía llorar y me erizaba la piel. La música de protesta siempre me ha parecido interesante. Es una forma bella y pura de activismo a través del arte y estas dos canciones, se han hecho himnos.
Marzo también nos trajo el confinamiento y muchos de nosotros, desde nuestras trincheras lo pasabamos mejor o peor tratando de acostumbrarnos a una realidad nueva que no queríamos y a la que temíamos. Estábamos ocupados pensando en cómo adaptarnos a lo nuevo y quizá no nos detuvimos a pensar en los escenarios de otros en posiciones de vulnerabilidad. Entre ellos en aquellas personas que vivían con sus abusadores y ahora lo harían 24/7. Datos de la violencia doméstica y cómo incrementó durante la pandemia se pueden encontrar en varios artículos por algunos medios de comunicación y en la página de las Naciones Unidas.
En verano tuve una conversación con mi amiga y coreógrafa Marcela Paz (me gusta usar su segundo nombre por toda la belleza que engloba). Me contó de su intención de crear un performance con la canción que tanto me había emocionado y con la que yo también desee saber hacer música para compartirla aquí en Finlandia. Las dos nos reímos quizá de nervios o quizá de emoción sobre lo que esto implicaría pero también pensé que quizá no sería capaz de participar toda vez que siempre parecía lastimarme tanto escuchar la letra. La ocasión sería el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y el evento organizado por PlusCollective Finland.
En Agosto mientras miraba sin ver mi Facebook con mucha atención vi que la sobrina de mi amiga Olivia estaba desaparecida y que pedían ayuda para encontrarla. La sensación de que se te va el estómago al piso expresaba exactamente cómo me sentí. Uno ve tanto y tanto esos reportes especialmente en un país como el mío que termina por sentirse como algo de alguna forma surreal, quizá como mecanismo de defensa. Esta vez, sin embargo, se sentía tan cerca, tan real, tan posible. Leía a Oli compartir los mensajes que la madre desconsolada de Mariana compartía suplicando ayuda para encontrar a su hija y se me hacía el corazón un nudo. Después de poco más de un mes de búsqueda confirmaron que el cuerpo de Mariana había sido hallado. Ella había salido con una persona de su entera confianza. Su novio. Cuando leí el artículo lloré otra vez y pensé que tendría que dedicarle mi participación en dicho performance planeado por Marcela a ella, a Mariana. No porque eso la iba a traer de vuelta sino porque uno se siente de manos atadas y no sabe más qué hacer que rendir homenaje.
Comenzaron los ensayos para este performance en Octubre y al principio era tanta la carga emocional que me representaba que volví a dudar si sería capaz de participar. La dinámica del grupo me hizo saber que quería estar ahí y sobre todo ver materializado lo que alguna vez había sido apenas una idea de Marce. Al ser una canción que contiene tanto significado era importante prepararnos también en la expresión corporal y Paola preparó una actividad que nos invitaba a refleccionar sobre la violencia de género. Tengo que decir que la actividad me lastimó porque me quitó las costras de heridas que tenía y que supongo que tendré por mucho tiempo. Pero lo que me resultó más doloroso de todo no fue pensar en las cosas que me han sucedido a mí. Lo que me resultaba insoportable era escuchar historias de gente tan cercana. No es que no esté consciente de que casi todas las mujeres que conozco han sufrido algún tipo de agresión, pero en ese momento, tan íntimo, tan nuestro, tan doloroso me resultó físicamente imposible resistirlo y me derrumbé en el suelo.
A veces cuando uno llora se lleva las manos a la cara. No estoy segura a qué se deba la reacción. Parece natural. Secarse las lágrimas, cubrir el dolor, mantener la privacidad. Yo me llevé las manos a la cara porque las imágenes que me pasaban por la cabeza me parecían horrorizantes. Quería taparlas con mis manos a pesar de que no tenía forma de hacerlo.
Hoy al terminar nuestra presentación volví a llorar. Tenía muchas emociones dentro de mí, pero cuando mi hija me preguntó por qué lloraba le pude contestar que a veces uno llora de felicidad. Y no le estaba mintiendo. Estaba feliz por haber sido parte de algo maravilloso y por haber hecho un pequeño homenaje a Mariana. También porque lo había hecho justo con este grupo de mujeres y frente a mis hijos.
Hoy hacía mucho frío y cuando comenzamos la presentación me temblaban las manos. Ahora me siento un poco cansada, feliz y liberada. Me gustaría decir que no tengo miedo ya pero a esta altura de mi vida lo sigo teniendo. A veces por mí, a veces por mis mujeres, a veces por mis hombres. Hace poco venía en bicicleta por una vereda de parque iluminada decentemente y había bruma. Yo tenía un nudo en la garganta por el miedo. Algo en mí me decía que alguien me iba a salir de por ahí y me iba atacar de un momento a otro. Sí, a estas alturas de mi vida y viviendo donde vivo sigo teniendo miedo. Pero también tengo la esperanza de que mi hija no se llegue a sentir así y que ese sentimiento no lo conozca ni a través de lo que yo le cuente. Espero que la música de protesta no exista más porque no haya necesidad aún con todo lo bella y profunda que puede llegar a ser.
Gracias, Marcela, Antonella, Carmela, Cristina, Emily, Jessica, Laura, María, Nathalia, Paola, Ruth, Stephania & Sulay por compartir esta danza y a Claudia por el apoyo de siempre.
Para ver el video de la presentación haz click AQUÍ
IMPORTANTE!
Si eres víctima de violencia pide ayuda a tu red más cercana, a tu Embajada, a la policía o a organizaciones como Monika-Naiset liitto ry que te pueden ofrecer ayuda profesional en diversas lenguas.
Romper el silencio es el primer paso y siempre puedes encontrar apoyo ❤.
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